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POR FIN HABLÓ EL PRESIDENTE URIBE DEL BICENTENARIO Nota preliminar: El Bicentenario de la Independencia de Colombia 1810-2010 se caracteriza por ser una fiesta tardía, pobre, de bajo perfil, financiada en buena parte por el Reino de España y sus empresas. Una celebración que no ha calado en el alma de los colombianos. Esto se debe a la falta de voluntad política del Gobierno Nacional para celebrarlo. Ni siquiera el Congreso de la República ha expedido una ley conmemorativa, como se hizo en 1910 y en 1960 (en realidad, desde 2003 se han hundido tres proyectos de ley). A diferencia de los demás países latinoamericanos, donde los presidentes y presidentas han asumido los Bicentenarios como uno de los ejes principales de las políticas públicas, en Colombia el presidente Álvaro Uribe Vélez no sólo intentó pasar de largo por 2010 y aplazar la celebración para 2019 (debate que duró de 2005 a 2008), sino que organizó una conmemoración meramente administrativa, sin presupuesto y sin participación de los entes territoriales. Pero sobre todo, no le ha dado impulso personal al Bicentenario ni –hasta ahora- le había dedicado UN SOLO DISCURSO (salvo uno durante un festival gastronómico, y otro en la Escuela Militar José María Córdoba el 3 de diciembre de 2004 donde llamó a los soldados a darle la segunda independencia a Colombia… del terrorismo
Por eso es saludable que, finalmente, el presidente Uribe exprese su pensamiento sobre la efeméride. Lástima que su análisis lo conduzca no a la celebración del Bicentenario del surgimiento de Colombia como país independiente, sino a la triste conmemoración de los 200 años de la violencia como la constante histórica nacional. Pero algo es algo. Por lo menos un intento de análisis. Sólo que desconcierta que, precisamente, la posición oficial del Gobierno era criticar a los historiadores por haberse limitado a estudiar la violencia, lo que le había valido la temprana crítica de la historiadora Margarita Garrido al documento DNP “Visión Colombia para el Segundo Centenario 2019”: “Molesta también-dijo Garrido- la acusación explícita que se hace en ese documento de que “por razones que es difícil precisar los departamentos de ciencia política y de historia de las universidades colombianas, han reemplazado erróneamente la historia política por la historia de la violencia”. Esta aseveración revela en primer término un gran desconocimiento de lo que se hace en los Departamentos de Historia de la Universidades, pues es obvio que no hubo ni siquiera una consulta de los programas de los cursos ni de listados de las monografías de grado de los estudiantes, los cuales hubieran sido el mejor indicio sobre temas y preocupaciones. No entramos aquí a suponer las razones del desatino pero sería interesante conocerlas”. Y un reclamo. Mientras la clase dominante de este país persista en envilecer con el calificativo de “Patria Boba” a la generación de hombres y mujeres que les forjaron la República, en vez de merecerles la gratitud elemental y el enaltecimiento de sus nombres, no hay nada qué hacer: el verdadero héroe nacional fue Pablo Morillo que nos liberó de ellos. Para no acotar más el texto, a continuación las palabras del presidente de la República: Cartagena, 23 oct (SP) “Quiero dar los infinitos agradecimientos por este esfuerzo. En primer lugar a nuestra muy dinámica Alta Consejera Presidencial para el Bicentenario, a María Cecilia Donado; a todo su equipo. Quiero agradecer inmensamente a los historiadores que con sus luces, que con el trabajo de tantos años de investigación han ayudado para que todos los colombianos podamos tener una mejor idea del proceso histórico. Quiero agradecer a los patrocinadores, quiero agradecer al Sena (…) . Quiero agradecer las intervenciones de esta tarde. En las palabras de María Cecilia, la intervención que nos inspira del profesor Cuero (Raúl Cuero), que nos hace sentir tan orgullosos de Colombia. De Juan Francisco Miranda, el Director de Colciencias, que nos muestra un panorama más despejado para la construcción de la sociedad del conocimiento. Quiero agradecer a la señora Ministra de Educación (Cecilia María Vélez), a todo ese equipo, el esfuerzo para proponer esa gran indagación en el magisterio y en los estudiantes de Colombia, no propuesta desde el Gobierno, sino motivada desde el Gobierno para que ellos presenten todos los puntos sobre los cuales debe indagarse. Qué bueno que entregue hoy esa biblioteca y que además va a tener un canal de reproducción de gran importancia que es el canal virtual. Preparación del Bicentenario Uno de los problemas que tenemos que mirar en nuestra historia es el corto plazo. Por eso con Santiago Montenegro nos propusimos construir, en el debate permanente con los colombianos, esa visión de largo plazo cuya primera meta debería ser el 7 de agosto del año 2019, cuando se cierra este periplo del Bicentenario. Y además responde a otra pregunta, ¿Cómo empalma un plan cuatrienal de desarrollo con el siguiente? ¿Cuál es la fuente para convertir una política conveniente en una política de Estado? Y la única respuesta es la apelación al pueblo, a los ciudadanos. No hay instrumento jurídico para garantizar las políticas de largo plazo. El único instrumento es el persuasivo, el instrumento político de la capacidad de convicción. Por eso esa tarea pedagógica que empezáramos con Santiago Montenegro para construir estos propósitos de largo plazo. Se le dio continuidad el año pasado. 2008 nos recordó el segundo centenario de la muerte del sabio (José Celestino) Mutis. Una gran movilización, especialmente en Mariquita. En el camino científico de Santafé de Bogotá a Mariquita. Yo creo que fue un momento inspiracional, coincidió con la idea de darle relevancia a Colciencias, de aumentar sustancialmente los presupuestos de la investigación. Y ha continuado este año. Las Fuerzas Armadas de Colombia realizaron una bellísima representación el 20 de Julio. El Gran Concierto Nacional que venimos implementando desde hace dos años con la dirección del Ministerio de Cultura y que ya este año integró a casi todos los municipios de la Patria, llevó a los tablados a más de 100 mil artistas y vinculó directamente a 5 millones de colombianos. El Gran Concierto Nacional que hace dos años había tenido su sede en San Andrés, hace un año su epicentro principal en Leticia y este año lo tuvo en Tame, donde se encontraron los generales Bolívar y Santander para la etapa final, para remontar la Cordillera de los Andes y llegar al Campo de Boyacá. Las Fuerzas Armadas, el día del Concierto Nacional, empezaron una representación que remontó la Cordillera y que terminó el 7 de Agosto en el campo de Boyacá. Una representación con sufrimientos, porque fue atacado un intendente de la Policía y fue asesinado en el camino de Pisba. Permítanme referir a ustedes alguna reflexión sobre estos dos siglos de la historia de nuestra Patria y alguna reflexión sobre prospectiva colombiana. No la reflexión del historiador; los roles del político y del historiador son roles muy diferentes. De pronto contrapuestos. Yo, como hombre público, le tengo más miedo al juicio de la historia que al juicio final. Es muy difícil para el hombre público entrar en la tarea del historiador, pero el hombre público necesita basarse en los estudios científicos de la historia, darles una mirada y sacar conclusiones. Yo quiero compartir con ustedes una conclusión que he venido elaborando y que propondré a la discusión en todo este periodo de la conmemoración del Bicentenario. La constante de la violencia Aquello que no ha permitido un nivel de prosperidad colectiva que mereceríamos tener, ha sido ese recorrido histórico, ese sino que ha afectado todas las etapas de nuestra historia, que ha sido la violencia. Esa violencia que se da en el proceso de la conquista, que también se da en las guerras de la Patria Boba con una característica bien peculiar. En las guerras de la Patria Boba no solamente hubo violencia entre los contrarios –de nuestra parte y de parte de la reconquista y de los pacificadores–, sino violencia entre los nuestros. Yo diría que allí empezó ese proceso en la hermana Venezuela de fraccionamiento entre tendencias de diferentes caudillos, que llevaría en alguna forma al Libertador a adoptar medidas autocráticas que, en el juicio del historiador Lynch (John Lynch), se constituyeron en una autocracia de preservación institucional. A mi me sorprende, por ejemplo, cómo esa etapa que se veía tan brillante en la primera de las guerras de independencia, como era la unión de Bolívar y Miranda termina en esa gran desavenencia, y lleva a Miranda a la muerte y al Libertador a ser acusado de traición. Miranda tenía 60 años; el Libertador, 29. Se encuentran en la Misión de Londres, que buscaba recoger recursos para apoyar las guerras, también con el pretexto de apoyar la recuperación de Caracas después del gran terremoto. Vinieron juntos, lucharon juntos y terminaron en aquella tremenda discordia. Aquí tuvimos desde el inicio dos visiones. Pero yo diría que procedieron en esa emulación con mucho más criterio institucional e ideológico, que con personalismo, que con enfrentamientos cargados de pasiones individuales. Por un lado Nariño en Bogotá dirigía una corriente centralista, y por otro lado Camilo Torres en Tunja dirigía una corriente descentralista que agrupaba las regiones que podríamos llamar de la provincia de la Nueva Granada de entonces. Creo que algo que detuvo la Independencia fue esa violencia entre los nuestros. El retiro final del Libertador a Angostura, la necesidad de hacer el recorrido por el sur de Venezuela desde Angostura hasta Tame, fue determinado por la violencia que contra él ejercían los mismos que compartían su interés de independencia y de libertad. Se afectó mucho el proceso con la violencia interna. La guerra en sí fue brutal de parte y parte y el gran agravante fue la brutalidad también en los enfrentamientos entre amigos de la misma causa. Es bien importante anotar, creo yo, en estas reflexiones, que esa cumbre del liderazgo del Libertador tuvo que aplicarse más a la guerra que al gobierno. Realmente el tiempo durante el cual gobernó fue muy poco y tortuoso. Sus grandes energías tuvo que dedicarlas con devoción a la guerra. Las dificultades intestinas se constituyeron de pronto en una carga igual o más pesada que aquellas cargas que derivaban de la necesidad de obtener la Independencia frente al dominio español. Cuando apenas se consolidaba la Independencia, veíamos ya ese fraccionamiento entre nuestros países. Yo creo que Guayaquil es de Ecuador por el Libertador, pero siempre se mantuvo esa rivalidad entre Ecuador y Perú. No habíamos terminado de consolidar la Independencia y ya en otra parte se enfrentaban en guerra esas dos naciones hermanas. Todavía no se había enfermado el Libertador y ya teníamos la separación de la Gran Colombia de su propia Venezuela. Últimos esfuerzos del Libertador fueron para mantener esa unidad. El último enviado, Sucre, debió devolverse sin haber obtenido los frutos que se requerían. Duró muy poco esa unidad por las desavenencias, que en alguna forma se han prolongado en el tiempo. Y mientras eso sucedía con Caracas, también el liderazgo del general Juan José Flórez en el Ecuador llevaba a que esa nación se separara de la Gran Colombia. Y Obando es enviado a Pasto a frenar en alguna forma la atracción que Ecuador quería imanar sobre nuestras provincias del sur para participar en ese proceso de desagregación. Cuando regresa Sucre de su tarea fallida, se le encomienda ir al Ecuador a sortear las dificultades. Allí estaba su esposa en Quito. Él hacía todas las manifestaciones de querer reintegrarse a su hogar, dedicarse a la vida del hogar. El Vicepresidente del Libertador lo convence que no debe viajar por Buenaventura, sino que debe viajar por Popayán y Pasto, que es necesario. Él acepta las recomendaciones don Domingo Caicedo y entonces viaja por Popayán y pretende llegar a Pasto. Cuenta la historia –y lo corrobora un buen libro de un compatriota, recientemente publicado, el libro de Mauricio Vargas–, que intentaron asesinarlo al pasar el río Magdalena por el Huila. Y le hacen alguna imputación a quien fuera posteriormente Presidente de la República, al doctor José Hilario López. Diría yo que hay dos tipos de magnicidios en la historia de Colombia: estos políticos que empiezan con la muerte de Sucre el 4 de junio de 1830, y otros en los que ha tenido culpa directa el Estado. No los hemos lamentado suficientemente de lo que pasó con Piar. Tampoco de lo que pasó con el Almirante Padilla, tampoco de aquello que ocurrió al General José María Córdova. Dice la historia que no se puede descartar como autores intelectuales del asesinato de Sucre a las políticas del General Obando, que estaba en ese momento enviado a Pasto para contener esa invitación a la segregación que venía desde el Ecuador. Finalmente, la sentencia cedió sobre Apolinar Murillo, uno de los autores intelectuales, que fue condenado a muerte, si la memoria no me falla, en la ciudad de Popayán. En la misma montaña de Berruecos, años después fue asesinado Arboleda, cuando era Presidente electo. Recordemos que el Libertador había emprendido su viaje póstumo de Bogotá, pasando por Cartagena en donde se detuvo, después Soledad; venía por el río Magdalena. Algunos dicen que apenas había pasado por Honda, cuando conoció de la noticia de la muerte de Sucre. Era su heredero, su muerte contribuyó a agravar la enfermedad del Libertador. Nos cuenta Luis Perú De Lacroix, en ese bellísimo libro que se llama ‘El Diario del Libertador en Bucaramanga’ –cuando el Libertador no pudo llegar a la Convención de Ocaña, pero en alguna forma desde Bucaramanga, hizo una producción intelectual magistral, basta leer los mensajes que envío a ese gran Congreso de Ocaña– cuenta Luis Perú De Lacroix que en las conversaciones con el Libertador durante su estadía en Bucaramanga, se refirieron a muchos temas, a historias sobre el Libertador; a la famosa historia de cómo había nadado una porción del río Orinoco, con las manos amarradas en su espalda. Y en alguna noche le preguntan al Libertador ¿usted cómo cataloga a los generales? Esto es bien importante para el liderzazo moderno, no solo en las Fuerzas sino también en la vida civil. Y él dice: ‘los mejores generales son aquellos buenos en los campos de batalla y buenos en la oficina’. Después le preguntaron ¿quiénes siguen? Y dijo: ‘los que son buenos en el campo de batalla y malos en la oficina’ ¿Y cuáles son los peores? Los que son buenos en la oficina y malos en el campo de batalla’. Y le preguntaron: y de acuerdo con esa calificación ¿quién es el mejor? ‘Sucre’. No obstante que habían tenido algunas rivalidades, algunos celos por la campaña del Ecuador, por la campaña del Perú, por la consolidación de la Independencia del Alto Perú, la hermana Bolivia, la gran admiración del Libertador era por Sucre y una de las grandes frustraciones en el inicio de la nacionalidad fue ese hecho de violencia, el asesinato de Sucre. Muerto el libertador, consolidaba la separación, la disolución de la Gran Colombia, el General Santander retorna al país. Cuando uno lee las razones que explican por qué la máxima condecoración del Ministerio de Educación lleva el nombre del General Francisco de Paula Santander, es para reconocer aquel periplo que se dio desde 1834 hasta antes de 1840. La Nación desangrada por las guerras Aquellas guerras pos-muerte del General Santander, inestabilidad de gobiernos tan cortos. Que el Gobierno de Obando, que el Gobierno del General José Hilario López y uno se pregunta: el Gobierno del General Melo. Y un punto importante para dilucidar en la historia es ¿tuvieron o no influencia las consignas del Manifiesto Comunista lanzado por Marx en 1848 en este proceso de inestabilidad? He ahí creo, yo un, buen punto para que lo eluciden los historiadores. Y nos vamos aproximando al Gobierno de Mariano Ospina Rodriguez, a la revolución de Mosquera. Es el final de los años 1850 ¿Por qué Mosquera actúa durante tanto tiempo? Actúa durante tanto tiempo porque empezó muy joven acompañando al Libertador, fue su secretario privado y mantuvo una constante permanente de lealtad al Libertador. Allá en 1862 en el Páramo de Las Hermosas –donde hoy luchan nuestras Fuerzas Armadas contra el terrorismo–, se encontraron Mosquera y Manuel Morrillo Toro, declararon su devoción por la organización federal y en 1863 declararon la Constitución de Rionegro define la nación como una nación federal. Adoptamos el nombre de los Estados Unidos de Colombia. Y hay una pregunta: ¿Se opuso el Libertador a la organización federal? Yo diría, leyendo a los historiadores, que el Libertador no tuvo una posición dogmática contra la organización federal sino táctica. El feudalismo violento de su Venezuela le creó pánico por la organización federal. Por eso llegó a decir que era imposible que adoptáramos en nuestro medio, dada esa rivalidad, la organización de los Estados Unidos. Yo no podría concluir en la lectura de la historia que el Libertador tuvo esa obstinación y esa aversión que algunos le señalan por los Estados Unidos. Inclusive tiene párrafos donde expresa gran admiración por los Estados Unidos. Lo que tuvo fue temor dada la feudalización de Venezuela, todos esos problemas que evitaron la consolidación de la Gran Colombia, de adoptar entre nosotros un régimen federal. Que se viene a adoptar por uno de sus sucedáneos, por su secretario privado, el General Mosquera, en la Constitución de 1863. Constitución de la cual posteriormente se dijera que era para un país de ángeles. Y me sorprende que una Constitución que tuvo vigencia entre 1863 y 1886 no desarrollo debidamente una organización federal. Uno se hace preguntas. ¿Por qué al amparo de esa constitución no se amplió la democracia? ¿Porque al amparo de esa Constitución no se amplió la elección popular directa de los presidentes de los estados soberanos? ¿Por qué no se adoptó la elección popular de alcaldes? Yo creo que fueron épocas signadas también por la inestabilidad y la violencia. Frustraciones históricas La primera, en el recorrido del profesor López de Mesa, la destrucción de la cultura agustiniana por la cultura chibcha. La segunda, la destrucción de la cultura chibcha por la conquista. La tercera, la separación de la Gran Colombia. La cuarta, la derogación de la Constitución de 1863. Y la última de las frustraciones a las cuales se refirió el profesor López de Mesa, la separación de Panamá el 3 de Noviembre de 1903. Creo yo, apreciados compatriotas, que una Constitución federalista, una organización federal tan de avanzada como la de 1863, fracasó por la lucha fratricida. Vinieron unos bienios dirigidos algunos de ellos por líderes excepcionales: el liderazgo de Aquileo Parra, el liderazgo de Manuel Morrillo Toro; periodos muy cortos de mucha inestabilidad, de mucha violencia. Hace poco conmemoramos los 150 años de nacimiento de uno de los más formidables lideres de Colombia, el General Rafael Uribe Uribe, y veíamos en su biografía, el nació en 1859 y participó en cinco guerras civiles como combatiente de las fuerzas liberales y participó en los acuerdos de paz de 1902; que llevaron al final de la Guerra de los Mil Días. El siglo XIX, un siglo signado por inestabilidad y violencia. En esto de recorrer la historia para comprobar la tesis de que hemos tenido mejores líderes que resultados, mejores Gobiernos que resultados y que el mayor obstáculo puede haber sido la violencia, debemos detenernos en el Gobierno de Núñez. Había ganado la Presidencia del Estado de Bolívar por su gran vocación en procura del orden, por su sentido que la libertad tenia que reposar en el orden. Núñez, de una formidable formación en finanza, en banca, humanista, diríamos que es el precursor de las tesis de la intervención del Estado. Cuánta dificultad le causaron en aquellos años. Veníamos del librecambismo de don Florentino González. Núñez expresa una realidad: la adhesión de la festividad y la espontaneidad del Caribe Colombiano al orden. Yo he logrado atar a estas reflexiones dos momentos de nuestra historia. El Gobierno de Núñez como el Gobierno del orden, y la Batalla de las Flores, que empieza en Barranquilla justo después que termina la Guerra de los Mil Días. Yo creo que esa Batalla de las Flores representa el espíritu alegre del pueblo del Caribe colombiano que se traduce en una gran personalidad de orden, contraria a la violencia, antecedida por la personalidad de Núñez. ¿Qué quiso Núñez? Orden. ¿Qué quiso Núñez? Superar la violencia. ¿Qué quiso Núñez? El disfrute de la libertad a partir del orden. ¿Qué quiso Núñez? La intervención del estado sin afectar la iniciativa privada; esa intervención del Estado como garantía de la equidad social. Pero también tuvo que gobernar en medio de la violencia, de las dificultades, de la inestabilidad. Diríamos que fue mucho mejor el liderazgo de Núñez que los propios resultados de su Gobierno. Una figura descollante. Había vivido 12 años en Europa; se había preparado en exceso. Era el precursor en toda nuestra América de la intervención del Estado en la banca, en las finanzas, una figura descollante, incomprendida en su momento. Las guerras se lanzaban en nombre de la libertad y los gobiernos las reprimían en nombre del orden. Y vivimos siempre ese siglo en las guerras. En septiembre, octubre y noviembre de 1902 se le pone punto final a la última de las guerras civiles declaradas: la Guerra de los Mil Días. Realmente fueron mil 1128 días. Aproximadamente asesinados 100 mil colombianos de un país que tenía una escasa población. La depresión, las dificultades que amenazaban la separación de Panamá, llevaron a que se hiciera un alto en el camino. Entonces hubo tres pactos de paz que le pusieron fin. En Chinácota, Norte de Santander, el General Ramón González Valencia en nombre del Gobierno y los generales de la insurrección liberal firmaron uno de esos pactos. En el buque Wisconsin, en Panamá, el General- Alfredo Vázquez Cobo en nombre del Gobierno, y los generales de la insurrección liberal firmaron el pacto. Uribe Uribe dijo en aquel momento: ‘el país entero está por reconstruir. Nuestros padres y nosotros mismos creímos hacer Patria con los fusiles destructores. Hoy todos tenemos que hacer Patria con las herramientas fecundas del trabajo’. Pero la depresión a que condujimos al país, nos costó mucho. El 3 de noviembre de 1903, 14 meses después de los pactos de paz, se separaba Panamá. El Presidente de Colombia estaba aquel día en el Palacio de San Carlos. El General Pedro Nel Ospina entró apurado a contarle que se estaba firmando el acta de separación de Panamá y el Presidente continuaba leyendo una novela en francés. Hace poco tuve la oportunidad de leer un gran libro, que me regaló el ex ministro de Finanzas del Perú, el doctor Pedro Pablo Kuczinsky, de grandes determinaciones. Y ese libro tiene un capítulo bien importante sobre Panamá, la construcción del Canal. También se refiere a cómo los Estados Unidos construyeron el ferrocarril entre el Atlántico y el Pacífico. Toda la comunicación a través de canales y ríos entre el Golfo de México, por el Río Missisipi, hasta los Grandes Lagos. Obras de gran importancia. Las autopistas, que finalmente no fueron de Theodore Roosevelt (Presidente de Estados Unidos, 1901-1909) sino de Eisenhower (Dwight D. Eisenhower, Presidente 1953-1961). Y la conclusión de ese libro, es que todo obedeció a una visión de largo plazo, a un proceso de continuidad en programas de Gobierno. Esta se dio con aparente tranquilidad aquel 3 de noviembre. El acta, no es un acta de desafíos, ni un acta de reclamos, sino un acta de hermanos. Los panameños que la suscribieron, en su texto dijeron que se separaban como hermanos porque consideraban que habían llegado a la mayoría de edad. El país siguió en una tremenda depresión. Vino un Gobierno realizador que no se ha reconocido suficientemente, el del General Rafael Reyes. Un Gobierno enormemente realizador en obras públicas, un Gobierno visionario, pero también fue atacado permanentemente por la violencia, por la inestabilidad. Los Estados Unidos pagan 25 millones de dólares de indemnización por el Canal de Panamá y el Gobierno de Pedro Nel Ospina emprende otra etapa, bien importante, de construcción de infraestructura. El país recibe primero con alborozo el Gobierno de Olaya Herrera y con más alborozo las realizaciones de la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo. Diríamos que Alfonso López Pumarejo es el gran modernizador; diríamos que los profundos ajustes sociales que hizo en su momento, lo que hicieron fue modernizar a Colombia en sus relaciones sociales. Pero la violencia no demora aparecer. Después de gobiernos tranquilos como el de Eduardo Santos y con la llegada del doctor Ospina Pérez, un gran líder cafetero, un hombre del sector privado, inexplicablemente apenas alcanzamos a vivir 40, 42, 43 años de paz. Y hago una afirmación, el siglo XX no nos trajo más de 43 años de paz; el resto fueron años de violencia. A principios de los 40 irrumpe la violencia partidista y solo se empieza a superar en una parte del Gobierno del General Rojas Pinilla, y definitivamente por los pactos del Frente Nacional liderados por los ex presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez. Cuba y el proyecto marxista Y se escogen dos países para la réplica en nuestra América Latina: Bolivia y Colombia. Los remanentes de las guerrillas partidistas que no alcanzaron a desmovilizarse, hacen su traslado a guerrillas marxistas. Y se incorporan muchos jóvenes colombianos. Se propone como método de acción política la lucha violenta de clases, y como ideal de construcción del Estado, la dictadura del proletariado. El país tiene en la administración de Alberto Lleras un formidable Gobierno. Su Ministro Hernando Agudelo Villa moderniza las instituciones económicas. Se introducen magníficas herramientas de promoción de inversiones. El país se preparaba para una gran época de prosperidad. ¿Por qué se frustró? La violencia insidió muchísimo en esa frustración. (Guillermo León) Valencia, patriota eximio, con toda la firmeza enfrenta la violencia, pero su periodo de cuatro años no permite superar esa violencia. En el momento en que se dictó el decreto, las reservas internacionales de Colombia no superaban los 55 millones de dólares
La administración de Carlos Lleras tampoco alcanza a producir los resultados requeridos y la violencia hizo mucho daño en vastas áreas del país. Las variaciones de la economía, de los reglamentos, la idea de adoptar el mecanismo de banca múltiple, no de banca especializada, pudieron dar al traste con el Upac. La intención y los primeros resultados fueron excelentes. Constitución y descentralización El Presidente Ernesto Samper tiene que enfrentar unos de los procesos más difíciles para la institución presidencial de la República, pero el país le reconoce su gran afán por la política social. Y tuvo que esperarse hasta la constituyente del 91 para adoptar la elección popular de gobernadores. La Constitución del 91, cambia el Sistema del Situado Fiscal por el Sistema General de Participación. Y creemos que la crisis de la economía nos va a dar la razón en el proceso de racionalización que aprobamos hace dos años en reforma constitucional en el Congreso de la República, para racionalizar esas transferencias, a fin de evitar que la quiebra de la Nación pudiera poner a riesgo la descentralización. La seguridad como valor democrático Claro que hay avances, a pesar de lo que falta. El país ha recuperado el monopolio para combatir a los violentos. Eso es un avance significativo en la democracia. Jueces y fiscales habían sido desalojados de muchas partes de Colombia; hoy han regresado. Hoy, independientemente del origen político, todos los alcaldes y todos los gobernadores de Colombia han recuperado su gobernabilidad gracias al concepto democrático de seguridad. Se había perdido la libertad apara el ejercicio de la política. En el siglo XIX las insurrecciones se lanzaban a la guerra en nombre del rescate de las libertades y los gobiernos a enfrentarnos en nombre de la preservación del orden. Se han impuesto sentencias sobre algunas colusiones, pero todavía no se han impuesto sentencias sobre lo que pasó en el proceso histórico. Creemos que hemos venido recuperando libertades políticas. Nosotros pensamos que algo importante para la reconciliación, es que esta política de seguridad se ha conducido en favor de todos los colombianos. Infraestructura, inversión y educación Por eso nuestro énfasis en que esta Patria se convierta en uno de los destinos de inversión más importantes del mundo. Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, una cobertura del 22 por ciento. Vamos a llegar rápidamente a un millón 700 mil estudiantes universitarios, vamos por encima de millón y medio. Ya una cobertura superior al 35 por ciento. El Sena, a no dudarlo, es la institución líder en América Latina en materia de formación vocacional. En el Brasil la institución equivalente solamente puede contribuir a la formación de los trabajadores de las empresas afiliadas. En Colombia contribuye a la formación de todos los ciudadanos, independientemente de que hagan parte o no de las empresas afiliadas. Nosotros queremos hacer una contribución para este principio de siglo: un país con más confianza a partir de la seguridad, de la promoción de la inversión y de la política social. Son inseparables. Integración internacional en medio de la diversidad Muy grave renunciar a la deliberación, sobretodo en un país como el nuestro que cree en instituciones, que cree en la libertad; en un país como el nuestro, que necesita que todos ayuden a superar la amenaza del terrorismo. En lugar de la división artificial en América Latina de hoy, entre izquierda y derecha, que es fácilmente desvirtuable, nosotros proponemos que el principio de esta centuria tenga un objetivo integracionista: avanzar hacia superiores estadios de la democracia que debe tener cinco parámetros: seguridad, libertades, cohesión social, instituciones independientes y también confianza derivada de la participación ciudadana, que son los fundamentos de la transparencia. Tenemos en Colombia una institucionalidad sólida, diríamos que es el gran logro de estas dos centurias. Pero la independencia de instituciones tampoco puede eliminar la deliberación entre instituciones. Hay que aprender a conducir esa deliberación de manera que finalmente sea constructiva. Y hay enormes ventajas culturales en esta Patria. Yo quisiera mencionar dos: su diversidad, su alegría, alegría con espontaneidad. Es increíble para muchos sicólogos y sociólogos que una Nación que ha sufrido durante tanto tiempo este sino de la violencia, sea una Nación sin amarguras, una Nación que fácilmente se reconcilia, una Nación que sabe perdonar, una Nación alegre. Hay que cuidar muchísimo a los actores de la Seguridad Democrática, a nuestros soldados y policías. Hemos vivido en medio de las guerras civiles, esperando los ataques de la guerrilla o los paramilitares, y necesitamos la protección de la institución constitucional y democrática del Estado.
En el marco de la clausura del Encuentro Internacional con Nuestra Historia, Eduardo Ruiz, VP Ejecutivo y gerente general de History Channel Latinoamérica, sostuvo un importante encuentro con el Jefe de Estado colombiano, Álvaro Uribe Vélez, quién agradeció ‘la iniciativa que el canal emprendió para conmemorar la celebración de los 200 años de la independencia en 11 países de América Latina’.
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