LOS INDÍGENAS DE LA PROVINCIA DE ANSERMA Y LOS 475 AÑOS DE FUNDACIÓN DE LA CIUDAD*
INTRODUCCIÓN: Dentro de dos años se celebrarán en el Municipio de Anserma los 475 años de fundación de “La Abuela de Caldas”, fechada el 15 de agosto de 1539. Pero en las historias regionales suceden fenómenos extraños. La historia del Viejo Caldas, por ejemplo, se enseña como la continuación de la historia de Antioquia, y por eso se oculta o se subordina, además de la historia indígena, la contribución caucana en el proceso de construcción de la sociedad e identidad caldenses. Así, la enciclopedia virtual mundial, la que consultan todos los estudiantes, dice: “La historia del Departamento de Caldas está bastante ligada a la génesis de la región paisa en general en lo que tiene que ver con el tiempo de conquista, colonia y el siglo XIX de las primeras repúblicas” (http://es.wikipedia.org/wiki/Caldas#Historia). Esta visión redunda en que los aniversarios regionales se cuenten desde 1905, fecha de creación del Departamento de Caldas, a impulso de la colonización antioqueña, y no desde 1539, año de fundación de la Provincia de Anserma (de Belén de Umbría hasta Marmato), y por extensión de las provincias de Arma (de Sonsón hasta Manizales) y Quimbaya (desde Pereira hasta Armenia). Lo que quiere decir que mientras aún resuenan los ecos de la celebración del Centenario de creación del Departamento, se ha olvidado por completo que en este momento atravesamos por el 475 aniversario del dramático surgimiento de la región que hoy comparten los Departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío.
1. El país indígena del Viejo Caldas Geográficamente, el mapa del Gran Caldas o Viejo Caldas corresponde a la región del curso medio del río Cauca Medio. En la época que llegaron los españoles se distinguían en el Cauca Medio tres zonas o subregiones indígenas claramente delimitadas, que pueden apreciarse en el mapa adjunto, elaborado por el arqueólogo e historiador Luis Duque Gómez. a) Entre la margen derecha del río Cauca y el filo de la cordillera Central (nevado del Ruiz), habitaban, de norte a sur: Armas, Paucaras, Pozos, Picaras, Carrapas, Quimbayas y Quindos. Sonsón era territorio Arma; Manizales territorio Carrapa; Pereira territorio Quimbaya y Armenia territorio Quindo. Todos los pueblos originarios de esta zona fueron exterminados. De cerca de 50.000 indígenas que la habitaban solo sobrevivió un puñado de Sonsones, del pueblo de los Armas, quienes en 1627 fueron trasladados a la Vega de Supía y hoy habitan en el Resguardo Indígena de San Lorenzo (Riosucio). El territorio quedó despoblado durante dos siglos, siendo posteriormente colonizado por los antioqueños, quienes fundaron sucesivamente Sonsón, Aguadas, Pácora, Salamina, Manizales, y de ahí en adelante otras poblaciones hasta el norte del Valle, donde entrelaza con colonización vallecaucana. b) Entre la margen izquierda del río Cauca y un ramal de la cordillera Occidental, habitaba el pueblo indígena conocido genéricamente por los españoles como “Ansermas”, pero compuesto a su interior por múltiples grupos, cuyo territorio abarcaba desde los actuales municipios de Belén de Umbría y Anserma hasta Marmato, y el grupo independiente de los Irras, en estrecha vecindad al norte con los indígenas de Caramanta y Cartama, y al occidente con los Chamí. Los indígenas de esta zona fueron reducidos de 40.000 a 1.000 en los primeros 40 años de la Conquista. La Colonia les tituló tierras de resguardo desde 1627, que a su vez fueron recortadas a menos del 20% durante la República (1874-1890 y 1943-1954). Pero no desaparecieron: se integraron al funcionamiento del Gran Cauca y desde 1905 al Viejo Caldas. Hoy en día sus descendientes habitan, la mayoría, en Guática, Quinchía, Riosucio, Supía y Marmato, identificándose como parte del Pueblo Embera Chamí. c) Las riberas del río Risaralda, afluente del río Cauca, y de los ríos Tatamá y San Juan, en dirección al Chocó (a espaldas de Guática y Riosucio), también en la cordillera Occidental, ya entonces era habitada por el pueblo indígena Chamí. Pese a que el conquistador Robledo envió en 1539 la primera avanzada para someterlos, los españoles fueron en general repelidos y este pueblo se ha mantenido culturalmente fuerte, en los actuales municipios de Pueblo Rico y Mistrató, gracias a la espesura de la selva, a su poblamiento disperso, a la carencia de un gobierno unificado y a que el oro y el platino del Chocó se explotaron más allá de su territorio. La República no los afectó inicialmente. Sin embargo, su resguardo también fue disuelto en 1874 y colonizado después por los antioqueños, perdiendo gran parte de su territorio, por lo que desde comienzos del siglo XX, luego durante La Violencia y actualmente por el conflicto armado este pueblo se ha irrigado por todo el occidente colombiano y en los últimos años por las ciudades capitales, en condiciones de extrema pobreza y aún de mendicidad.
2. Los pueblos indígenas de la margen izquierda del río Cauca Las noticias relativas a la población originaria las tenemos por fuentes españoles, bien sea en las crónicas de la Conquista o en informes administrativos de la época. Se calcula que a la llegada de los españoles en 1539 había 40.000 indígenas en la provincia de Anserma, y que cuarenta años después sólo quedaban entre 800 y 1.500. Un informe de 1582 de fray Jerónimo de Escobar para el obispo de Popayán indica: Los indios de cuando entraron los españoles eran muchos y grandes señores, porque solo esta provincia de Anserma tenía más de cuarenta mil indios; pero hanse asolado por juicio secreto de Dios, de tal suerte que no hay ochocientos indios, y como la riqueza de las minas es grande, han metido grandes cuadrillas de negros y es de suerte que entre veinte y cuatro vecinos habrá más de mil esclavos en las minas . Al año siguiente otro español, Francisco Guillén Chaparro, calcula en 1.500 los indígenas de Anserma: En cuanto a los pueblos en que dicha población se distribuía, Jorge Robledo describió los que podía identificar hacia 1543 en torno de la ciudad de Anserma: Los pueblos que hay alrededor de la ciudad de Santa Ana de indios, son los siguientes, que están en la provincia de Humbra, la cual se dice Ancerma (…): Está en el valle de Amiceca, el cual yo puse el valle de Santa María, ques un valle muy poblado; está este valle tres leguas de la ciudad, hacia la parte del Norte; están en este valle muchos pueblos e de muchos nombres; entre medias dél y de la ciudad está el pueblo del Peñol y ansí en comarca está el otro valle de muchos pueblos que se dice Chanvuruqua, questá una legua de la ciudad, en el cual hay muchos pozos de agua salada, de donde se hace sal: el cual dicho valle nasce de donde nasce el de Santa María, sino que corre hacia donde nasce el sol. Están, a la parte donde nasce el sol, los pueblos de Irra, e Angasca, e Guacayca, e Aconchare e otros muchos, a cuatro o cinco leguas de la ciudad. Está, a la parte del Poniente, Guarma, el valle de Apía, Chatapa, Andica, Humbría y la provincia de Taupa; fuera destas, hay otras provincias, que son anexas a esta ciudad, que son Carantama [Cartama] e Caramanta e otros pueblos que están así apartados; y pasada la cordillera que va por la cima de la ciudad de Santa Ana hacia la mar del Sur [Océano Pacífico], está la provincia de Chocó . Desde el momento de la fundación el conquistador -y luego otras autoridades españolas- repartió los nativos entre los soldados y pobladores bajo el régimen de Encomiendas, las cuales tuvieron como base los Pueblos de indios, conformados cada uno, sobre todo al principio, por una tribu o cacicazgo de los que ya existían. Gracias a este método de control (encomiendas) podemos hoy conocer los nombres de las tribus que habitaron la ribera izquierda del río Cauca, que quince años después de la invasión sumaban veintisiete (27), a saber: Carpa Este dato está consignado en una relación sobre los pueblos que componían la Gobernación de Popayán en 1559-1560, la cual da cuenta de 30 pueblos de indios sometidos a 18 encomenderos en la provincia de Anserma y de dos pueblos rebeldes (Sima y Los Chancos): Parece por esta cuenta que hay en la villa de Anserma diez y ocho vecinos encomenderos treinta pueblos, y en ellos cinco mil y trescientos [¿cuatrocientos?] y nueve indios. Tasólos el licenciado Tomás López en cinco mil y ciento y cuarenta mantas y doscientas y una fanega de sembradura, y hay en las minas seiscienos y quince indios (…) Dos provincias de naturales están junto a las que sirven a esta ciudad [Anserma], de los cuales reciben daño, porque continuamente vienen a hacer saltos en ella y matan algunos, y asimismo salen a los caminos a los caminantes que van por tierra a Cali. Llámanse estas provincias la una Sima y la otra Los Chancos; habrá en ellas mil y quinientos indios . La antropóloga Inés Lucía Abad Salazar ha escrito la única obra dedicada específicamente a los pobladores originarios de esta provincia, titulada precisamente Los Ansermas (Tesis de grado, Bogotá, Universidad Javeriana, 1955), cuyo territorio representa en el siguiente mapa:
La misma autora aclara que este es el “área que formó el hábitat de los pueblos designados con el nombre genérico de los Ansermas”; es decir, que no existió en la subregión un pueblo consolidado, como los Quimbaya, los Carrapa o los Arma de la otra orilla del río Cauca, sino varios pueblos que compartían muchos aspectos en común pero no conformaban una unidad. Por medio de los textos de los cronistas la autora reconstruye cómo eran el territorio, la filiación lingüística, la población, la organización social y política, las costumbres, el mundo espiritual, las prácticas de guerra y la costumbre de apoderarse del alma de los vencidos consumiendo su carne. También incluye el dato de que la llegada de los españoles interrumpió el proceso de unificación, el cual se prefiguraba en el acatamiento que ya se le daba a los señores Ocuzca y Humbraza (pág. 73). Respecto al nombre de “Anserma”, éste fue inventado por Sebastián de Belalcázar para denominar el territorio descubierto por él, como se verá más adelante, por lo que nunca hubo un pueblo indígena que se llamara “los Ansermas”. Aunque algunos cronistas se refieren a los indígenas de la provincia de Anserma como los “Humbras” o “Umbras”, éste no era un nombre que abarcara tampoco a todos los pueblos de la subregión, sino que denominaba al grupo y al territorio específicos por donde ingresó Robledo (de hecho, hoy se llama Belén de Umbría el municipio ubicado a los pies del cerro donde se fundó Anserma). Como se vio en el listado anterior, Umbría era una de las 27 tribus de la comarca en 1559. Sus integrantes fueron trasladados a la Vega de Supía en 1627 (con los Pirzas y los Sonsones) por Lesmes de Espinoza y Saravia . Para 1990 sus descendientes se ubicaban en la parte baja de Riosucio y Quinchía, hacia el río Cauca, al interior del Resguardo Indígena Escopetera Pirza. Hoy se dice que algunos Humbras siguen en el resguardo y que otros fueron desplazados por la violencia y viven en Pereira. Sobre los caciques existentes en la provincia de Anserma al momento de la llegada de los españoles en 1539, la antropóloga Abad Salazar menciona a Ocuzca y Humbruza, como los más principales, y además a: Ciricha, Riteron, Tucarma, Tamaracunga e Hija (pág. 70). Habría que agregar a Cananao, cacique de Irra. Pero también han llegado hasta nosotros los nombres de los caciques existentes en la provincia para 1557. Este año hubo una rebelión general en el Cauca Medio, promovida por los indígenas Panches del Tolima, quienes, guiados por un designio de sus dioses, muy similar a la historia bíblica de Moisés, cruzaron la cordillera Central por el paso de Herveo (páramo de Letras) y lograron sublevar a los Carrapas (hoy Manizales) y Quimbayas (hoy Pereira) contra los cristianos. Cuando se aprestaban a pasar donde los Ansermas, el capitán español de esta provincia, Luis de Guevara, se enteró del plan y mandó llamar a todos los caciques de la jurisdicción y una vez reunidos los apresó “con grillos y cadenas con colleras y cepos, para no perturbar esta villa”. Por eso conocemos sus nombres, ya que ellos aparecen en un expediente que se hizo en esa época, el cual fue rescatado por el historiador Juan Friede en el libro Los Quimbayas bajo la dominación española, 1539-1810 (Bogotá, 1982). Estos son los nombres de los caciques de la provincia de Anserma: Aytamara, hermano del cacique de Mapura.
3. Descubrimiento, fundación y conquista de la provincia de Anserma É el dicho señor Capitán [Robledo] visitó todas las provincias de Ancerma é los caciques é señores dellas; é les salieron en algunas partes los señores de paz é otros rebeldes, fasta tanto que por conquistallos é hacelles daño venían de paz. Y estando en lo susodicho, supo que en cierta provincia estaba el señor principal de la tierra, que se dice Ocusca, el cual por muchos mensajeros quél envió no quería venir, y envió a amenazar al señor Capitán diciendo, que se saliese de su tierra, quél ni su gente no habían de servir á los españoles . Se puede aseverar que a la región del Cauca Medio llegaron simultáneamente Sebastián de Belalcázar, por el sur, y Juan Vadillo, por el norte. Los españoles, al mando de Francisco Pizarro, completaron la conquista del Perú en 1535, y ya en abril de 1536 sus tropas estaban en Jamundí (Valle), donde Belalcázar “organizó una nueva expedición hacia el norte. Para este efecto dividió a sus soldados en dos bandos: uno iría por la banda oriental del río Cauca, al mando del capitán Miguel Muñoz, y el otro –dirigido por Belalcázar- iría por la banda occidental del mismo río. La primera expedición llegó hasta Cartago (hoy Pereira) y la otra llegó hasta Anserma. Los expedicionarios regresaron a Villa Ampudia [Jamundí] sin dejar en los territorios visitados ninguna fundación. Fundaría luego Belalcázar el 25 de julio de 1536 a Cali” . Jorge Robledo, quien venía con estas tropas, estuvo con su jefe en esa primera avanzada hasta Anserma y fue uno de los primeros alcaldes de Cali. A comienzos de 1538 Belalcázar dejó la tierra caucana y se dirigió a Santafé (Bogotá) en busca de “El Dorado”, por lo que Pizarro mandó a hacerse cargo de la Gobernación de Popayán a Lorenzo de Aldana. Éste destinó en julio de 1539 al capitán Robledo para que fundara una ciudad en el territorio de Anserma, hasta entonces apenas avistado. Pero aunque la conquista de la provincia de Anserma corrió por cuenta de Jorge Robledo, el primer español que la recorrió con tropas de a pie y de a caballo en toda su longitud fue el licenciado Juan Vadillo, juez de residencia y gobernador de Cartagena, quien a finales de 1537 salió de Urabá con una tropa de 300 hombres e ingresó en agosto de 1538 al territorio ansermeño por Caramanta (Antioquia), al norte, pasando de largo hasta el valle de Lili, donde fue recibido por Robledo, entonces alcalde de Cali. Allí se desbarató su ejército. El licenciado había cometido unas tropelías contra Pedro de Heredia, el fundador de Cartagena, y por eso su viaje lo hizo más como fugitivo y buscador de tesoros que en plan de descubridor y poblador. En 1539 un nuevo gobernador de Cartagena envió otra tropa de cien soldados en persecución de Vadillo, al mando de Juan o Pedro Graciano y capitaneada por Luis Bernal, que también cubrió el trayecto de Caramanta hacia el sur. Para agosto de este año dicha tropa estaba saliendo de la provincia de Anserma cuando Robledo apenas estaba entrando en ella. Por tanto, Robledo vendría a ser el tercer comandante español en recorrer la provincia de Anserma, aunque no subió hasta Caramanta . Las tropas de Vadillo permanecieron reponiéndose un mes en lo que hoy es Riosucio y otro mes en la loma de los Humbras, donde luego se fundaría Anserma; pero a diferencia de la campaña de Robledo, la de Vadillo no dejó huella perdurable en la historia regional , salvo la enorme impresión causada en los nativos, especialmente del lado de Riosucio y Supía, por donde ingresaron, que por primera vez vieron hombres blancos (barbados, vestidos, sucios, cristianos y con escritura), hombres negros, caballos, perros y armas de fuego, y también por primera vez sufrieron sus crueldades, por lo que desde entonces se previnieron contra los españoles y se prepararon para la llegada de más extranjeros. Volviendo a Robledo, éste recibió en Cali, de Lorenzo de Aldana, la comisión de fundar una ciudad en el territorio de Anserma en nombre del marqués del Perú, Francisco Pizarro. Lo acontecido en esta expedición fue registrado por Pedro Sarmiento, escribano de Robledo . De acuerdo con este relato, Robledo salió del pueblo de indios de Vijes (norte del Valle) el 14 de julio de 1539, con 100 españoles (algunos de ellos de la expedición de Juan Vadillo) y muchos indios, negros y ganado, incluyendo indios “lenguas” o traductores; pero cuando iba llegando a su destino sus exploradores se toparon adelante con la tropa que venía de Cartagena en persecución de Vadillo. Ante este hecho Robledo se vio obligado a apresurar la fundación de la ciudad comisionada, lo que hizo en el pueblo indígena de Guarma (tal vez Belén de Umbría) el 15 de agosto de 1539, con el nombre de “San Juan, y la Iglesia Mayor Santa Marta de los Caballeros” . En el mismo acto Robledo “señaló los términos de la dicha ciudad hasta las minas de Buriticá y por el río arriba hasta la provincia de los indios Gorrones, y por los lados a treinta leguas por cada cabo”; es decir, desde el actual Cartago (Valle) al Sur hasta Santafé de Antioquia al Norte, y a ambos lados del río Cauca, desde el nevado del Ruiz al Oriente hasta límites con el Chocó al Occidente; esto debido a que en el derecho español existían, de menor a mayor: el sitio o lugar, la Villa, la Ciudad y la Gobernación, teniendo la Ciudad una jurisdicción territorial amplísima. De esta manera, el 15 de agosto de 1539 Jorge Robledo no funda un pueblo (el actual municipio de Anserma) sino una ciudad-provincia, de tamaño equivalente a lo que sería después el Viejo Caldas. En la nueva ciudad fueron recibidas las tropas cartageneras, las cuales reconocieron la autoridad de Robledo y la pertenencia del territorio a la gobernación del marqués del Perú . En el asentamiento, como había hecho durante todo el camino, Robledo secuestró a varias mujeres y muchachos, lo que hizo que sus caciques llegaran en paz a reclamarlos, lo que aprovechaba el capitán para atraerlos a la sujeción del rey, mediante la traducción que hacían los lenguas. Viendo el carácter pacífico de los caciques, Robledo buscó un nuevo sitio al interior de la comarca de ellos para darle asiento definitivo a la ciudad, el que fue localizado por sus exploradores a cuatro leguas de distancia, en la loma de los Humbras. Antes de salir de Guarma, la mitad del ejército de Cartagena continuó el viaje hacia Cali en alcance de Vadillo, mientras 50 soldados, con muchos caballos, se quedaron con Robledo. Estos, y los que se le habían unido en Cali, le fueron muy útiles en la campaña porque ya conocían el terreno hasta Caramanta. Dos días duró el traslado de la ciudad hasta el nuevo sitio, donde se repitieron los formalismos rituales de fundación . El nombre de “Anserma”, como se mencionó antes, fue inventado por Belalcázar para denominar el territorio descubierto por él en la avanzada que hizo en 1536, y surgió de la siguiente anécdota: Los pueblos que hay alrededor de la ciudad de Santa Ana de indios, son los siguientes, que están en la provincia de Humbra, la cual se dice Ancerma; porque cuando la primera vez entramos en ella con el capitán Benalcázar, entramos sin lenguas [traductores] y con muy grande falta de sal, e cuando se tomaba algún indio, le preguntábamos por señas por sal, a la cual ellos en su lengua nombraban “ancer”, y por este vocablo de ancer, como no aprendimos otro, la llamamos Ancerma, que su natural nombre de la provincia es Humbra (…) . La denominación de Anserma, entonces, proviene de la avanzada exploratoria de Belalcázar en 1536. Como se vio, Robledo bautizó como “San Juan” la ciudad que fundó en Guarma, y parece que le cambió el nombre por “Santa Ana” al hacer su traslado al asiento definitivo en la loma de los Humbras. Sería luego Belalcázar, quien, a su regreso al Cauca en 1541, finalmente reafirma el nombre de Anserma para la provincia. Pero además de ciudad-provincia, Anserma es fundada como ciudad-cuartel , desde donde se coordinó la conquista del Cauca Medio, para lo cual se siguieron dos estrategias: La primera, someter por la paz o por la guerra a las tribus de la provincia. De esto se ocupó personalmente Robledo. La segunda, enviar dos expediciones de avanzada a reconocer los límites de la nueva ciudad: una que fuera hasta Caramanta y bajara por el río Cauca hasta Buriticá (Santafé de Antioquia), a cargo de Suero de Nava, y otra que entrara al Chocó (por territorio Chamí) al mando de Francisco Gómez Fernández, quien seguramente subió por el río Sopinga (río Risaralda), más próximo a Anserma que el río Apía. Hubo una tercera expedición, comandada por Ruy Vanegas, que exploró las provincias de Zopia y Pirsa . Ninguno de los tres hizo fundaciones, porque no era el propósito. En su cometido, Robledo empleó el uso de la diplomacia, acompañada del eficaz método del secuestro y de utilizar en su favor las rivalidades intertribales; pero también realizó saqueos y ordenó “rancheos” para buscar los indios que huían de los poblados, y enfrentó en batalla a los rebeldes. Muchos caciques se sometieron voluntariamente; pero los más grandes de ellos presentaron una fuerte resistencia armada: Mientras Suero de Nava fue a aquellas provincias, Robledo visitó todas las provincias de Anserma, y a los señores y caciques de ella. En algunas partes le salieron los señores de paz, y en otros rebeldes, hasta que a fuerza de conquistarlos y causarles daño, venían de paz . Cuando acabó de conquistar la margen izquierda del río Cauca, Robledo se enteró por el cacique de Irra (Cananao) de la existencia de los tesoros de oro del pueblo Quimbaya. Entonces pasó con sus tropas a la margen derecha. Pero antes de caer sobre los Quimbayas del sur arremetió contra los aguerridos Armas y Pozos del norte, a fin de proteger la retaguardia. Abatidos estos dos pueblos (y con ellos los Paucara, los Picara y los Carrapa), sometió a los Quimbayas, en cuyo territorio fundó la ciudad de Cartago el 9 de agosto de 1540, donde actualmente queda Pereira (Risaralda). Para administrar la zona norte fundó el 25 de julio de 1542 la ciudad de Arma, hoy corregimiento de Aguadas (Caldas). El conquistador encontró en las tribus de la provincia Quimbaya mejores condiciones para el sometimiento que en las de Anserma: Esta provincia es otra lengua que la de Santa Ana (…) y son enemigos; y hay mayores señores y de más pundonor y son más señores en el mandar (…) Son de más trabajo, la gente de esta provincia, que la de Humbra, y de más razón porque no son tan delicados, y esto causa ser los indios más obedientes a sus señores . Con el tiempo, las ciudades-provincia de Arma y Cartago Viejo decayeron: los títulos de Arma pasaron a Rionegro (Antioquia) y Cartago Viejo se trasladó del valle de los ríos Otún y Consota a su actual ubicación en el norte del Valle del Cauca. Consumado el Holocausto, estos amplios territorios quedaron deshabitados por más de 100 años, hasta que fueron repoblados por los antioqueños en el siglo XIX. La única de las antiguas ciudades-provincia que se mantuvo activa a lo largo de los siglos fue Anserma. Sin embargo, no con la amplísima jurisdicción que le fue señalada al momento de su fundación (desde Cartago, Valle, hasta Santafé de Antioquia, y de cordillera a cordillera), sino en la dimensión más pragmática que va del actual municipio de Belén de Umbría hasta Marmato. Durante toda la época de la Colonia la provincia de Anserma perteneció a la Gobernación de Popayán y en la República hizo parte del Estado Soberano del Cauca, hasta que en 1905 fue agregada al Departamento de Caldas (Viejo Caldas), creado al impulso de la colonización antioqueña, la que había cogido auge desde mediados del siglo XIX. Es decir, Belén de Umbría, Anserma, Guática, Quinchía, Riosucio, Supía y Marmato pertenecieron al Cauca durante 365 años (1540-1905) y, contra una creencia bastante extendida, nunca hicieron parte de Antioquia . Aunque también la ciudad de Anserma como tal (Anserma Viejo) fue trasladada para el Valle del Cauca (Anserma Nuevo), el dinamismo de la antigua provincia continuó vigoroso en la zona minera de la Vega de Supía (Riosucio, Supía y Marmato), manteniéndose también las poblaciones de Guática y Quinchía . Con la Independencia, esta zona se separa administrativamente de Anserma. El Congreso de 1824 crea el Cantón de Supía, con capital en Supía (que al efecto es nombrada Villa), compuesto por las parroquias de La Vega, San Juan de Marmato, Quiebralomo y La Montaña (estas últimas se juntaron, sin fusionarse, en el sitio de Riosucio cerca de 1819 y la unión fue erigida como distrito en 1846). El orden de cosas de la época de la Colonia se mantuvo en la antigua provincia hasta finales del siglo XIX, cuando se operó el tránsito del territorio colonial al territorio republicano . Ya en vigencia de la Constitución de 1886 las provincias y los cantones fueron suprimidos de la división político-administrativa de Colombia, municipalizándose todo el territorio nacional, con lo que los habitantes quedaron constreñidos a ejercer su ciudadanía en pequeños espacios, separados de sus comarcanos, lo que se acentuó con la división en 1966 del antiguo territorio en tres departamentos, con la consiguiente fragmentación de las mentalidades y proyectos (Caldas, Risaralda y Quindío). Por eso, aunque no debiera ser así, las efemérides del año 2014 se proyectan como un aniversario más del Municipio de Anserma y no como la conmemoración, con sus fastos y dolores, de los 475 años del surgimiento de toda la región del Viejo Caldas. En cuanto a los indígenas, el pueblo originario de la provincia de Anserma, más delicado y menos indómito que los Quimbayas, no se extinguió, vive todavía, como lo constataron con sorpresa, al interior de un departamento tenido hasta entonces como “blanco”, los investigadores del Instituto Etnológico Nacional en los inicios de los estudios antropológicos en Colombia: Puede decirse, sin lugar a dudas, que más de un 60% de la población del Occidente de Caldas es indígena. Efectivamente, existen en esta región verdaderos baluartes de la raza nativa, tales como Riosucio, Quinchía, Guática, Mistrató o Arrayanal, San Antonio del Chamí, Pueblo Rico y otras localidades. Allí viven en la actualidad agrupados en comunidades y parcialidades, los descendientes directos de los Pirsa, Guática, Kinchía, Apía, Irra, etc. (…) El indio encontrado por los conquistadores españoles cuando pisaron por primera vez el territorio de lo que constituye hoy el departamento de Caldas, vive todavía .
Luis Javier Caicedo Itagüí, Antioquia, 13 de agosto de 2012
ANEXO ENCOMIENDAS DE LA PROVINCIA DE ANSERMA
Fuente: Relación de Popayán y del Nuevo Reino” de 1559-1560 (en Cespedesia, revista de la Universidad del Valle, Nos. 45-46, suplemento No. 4, enero-junio de 1983) * Este artículo hace parte de otro titulado “Una visita al Riosucio más antiguo, en búsqueda del cacique Ocuzca”, para el que hubo necesidad de revisitar también el Viejo Caldas más antiguo. “Relación de Popayán”, 1582, por fray Jerónimo de Escobar; en: Cespedesia, revista de la Universidad del Valle, Nos. 45-46, suplemento No. 4, enero-junio de 1983. La cifra de 40.000 indígenas para 1539 es generalmente aceptada por los historiadores y arqueólogos para la provincia de Anserma. “Memoria sobre Popayán, 1583”, de Francisco Guillén Chaparro; en: Cespedesia, revista de la Universidad del Valle, Nos. 45-46, suplemento No. 4, enero-junio de 1983. “Relación de Popayán y del Nuevo Reino” de 1559-1560 (en Cespedesia, revista de la Universidad del Valle, Nos. 45-46, suplemento No. 4, enero-junio de 1983) (Ver ANEXO). Juan Friede, en el libro Vida y luchas de don Juan del Valle, primer obispo de Popayán (Popayán, 1961) trae una lista de pueblos encomendados muy similar a la anterior. “En los aposentos de Francisco Llorente, jurisdicción de Anserma, a 22 días del mes de marzo de 1627, el señor doctor Lesmes de Espinosa y Sarabia del Consejo de su majestad y su oidor más antiguo de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada y visitador general de los partidos de Anserma y Cartago y los demás de tierra caliente, dijo que su merced ha mandado reducir y poblar en el nuevo sitio de la Vega los indios de Sonsón que se trajeron de la jurisdicción de la ciudad de Arma, y los de Supía la alta, y los indios de Supía la baja y los de Pirza y Umbría, para que sean doctrinados todo el año” (Relación de la visita de Lesmes de Espinosa y Sarabia, hecha por el escribano Fernando Rodrigo Zapata, en: Cabildo Indígena de San Lorenzo, Los títulos de San Lorenzo, Riosucio, 2011, pág. 69). El 15 de marzo anterior el mismo Lesmes había entregado tierras de resguardo a los indígenas de La Montaña, en presencia del cacique don Sebastián (pág. 66). Pedro Sarmiento, “Relación del viaje del capitán Jorge Robledo a las provincias de Anserma y Quimbaya”, publicada en Repertorio Histórico, Revista de la Academia Antioqueña de Historia, Nº 3, octubre de 1926 (disponible en internet). Robledo no pasó por Caramanta porque la conquista de Antioquia la hizo saliendo desde Arma [hoy Aguadas] hacia el norte. La historia riosuceña señala que fue Vadillo quien le dio el nombre de “río Sucio” al río Imurrá, porque lo atravesó en época de invierno, cuando bajaba crecido y empantanado. Pero la huella continental fue grande. El cronista Cieza de León, que acompañó la expedición de Vadillo, “una de las mejores armadas que han salido de Tierra Firme [hoy costa norte de Colombia]”, afirma: “fuimos nosotros los primeros españoles que abrimos camino del mar del Norte al del Sur. Y desde el pueblo de Urabá hasta la villa de La Plata [hoy Sucre, Bolivia], que son los confines del Perú, anduve yo” (pág. 59). En Cali, Cieza de León abandonó a Vadillo y se integró a las tropas de Robledo. Otras consecuencias del paso de Vadillo fueron: abrió la ruta entre Urabá y el Perú; le dio a Robledo informes de las minas de Buriticá y con ello la clave para la conquista de Antioquia, y si no hubiera sido por su carácter de prófugo, la provincia habría sido anexionada a la Gobernación de Cartagena y no a la de Popayán, como finalmente quedó. Pedro Sarmiento, “Relación de lo que subcedió en el descobrymiento de las provincias de Antioquia, Anzerma y Cartago y ciudades que en ellas están pobladas por el sr captán Jorge Robledo (12 de octubre de 1540)”, en: Hermes Tovar Pinzón. Relaciones y visitas de los Andes, s. XVI, Bogotá, Colcultura-Instituto de Cultura Hispánica, 1993, págs. 235 a 262. También aparece como “Relación del viaje del capitán Jorge Robledo a las provincias de Anserma y Quimbaya”, publicada en Repertorio Histórico, Revista de la Academia Antioqueña de Historia, Nº 3, octubre de 1926 (disponible en internet). Fray Pedro Simón relata con otra fecha, otro nombre y en una loma esta fundación: “Llegó luego [de saber que llegaban los de Cartagena], por ir a sus alcances el Robledo, a cierta loma donde, precediendo todas las ceremonias que suele haber en tales fundaciones, en seis de julio del año de mil y quinientos y treinta y ocho, pobló una villa que después se hizo ciudad, como lo es ahora, a quien llamó Santa Ana de los Caballeros” (Noticias historiales, tomo VI, cap. I). Esta versión se debe a que, a diferencia de Sarmiento, que acompañaba a Robledo, el padre Simón escribió cien años después de los hechos. No fue fácil este encuentro, porque el jefe de la expedición de Cartagena, Pedro Graciano, alegó que él también venía en plan de conquistar la tierra y fundar ciudades, aduciendo que el gobernador de aquella ciudad costera: “me envió con su poder así a socorrer al dicho licenciado [Vadillo] y a los que con él estaban como a descubrir la dicha tierra perteneciente a la dicha gobernación y provincia y para que poblase donde me pareciese y me dio por capitán a Luis Bernal, con número de más de 100 hombres” (citado en: Víctor Zuluaga Gómez, op. cit., pág. 26). No hay acuerdo sobre esta medida de longitud, pero parece que una lengua equivalía a entre 5 y 6 kilómetros. Los rituales se hicieron en Guarma el 15 de agosto de 1539 y se repitieron en Humbra a los pocos días, y consistieron en: clavada de un madero en lo que sería la plaza, darle unas cuchilladas con la espada al dicho madero en señal de posesión; nombrar cabildo; posar las varas de justicia sobre los hombros de los nuevos alcaldes ordinarios, alguacil mayor y regidores; proveer los cargos de tesorero, contador, veedor y factor; fijar los límites de la ciudad, y finalmente repartir los solares y las estancias de tierra entre los pobladores y conquistadores “conforme a la calidad de sus personas”. Jorge Robledo, “Descripción de los pueblos de la provincia de Anserma”, 1543. La referencia a “la primera vez que entramos en ella con el capitán Benalcázar, entramos sin lenguas” es una explícita declaración de Robledo de que él no bautizó con el nombre de Anserma el territorio en 1539, sino que fue Belalcázar, en su incursión exploratoria de 1536, quien lo hizo; hecho que confirma la crónica de Sarmiento sobre los hechos de 1539 al mencionar tres veces que Robledo llegó con indígenas lenguas hasta Guarma y Humbra. De otra parte, así se explica que Vadillo haya encontrado en 1538 rastros del paso de otros españoles por la región (según Lucas Fernández de Piedrahita y fray Pedro Simón). Aparte de estar ubicada al interior de los pueblos indígenas, esta ciudad tenía una posición estratégica, pues “El pueblo señorea toda la comarca por estar en lo más alto de las lomas, y de ninguna parte puede venir gente que primero que llegue no sea vista de la villa” (Cieza de León, La Crónica del Perú, pág. 77). Robledo ordenó a Ruy Vanegas “partiese a la pacificación de Pirsa y Soppia; lo cual no fue fácil, por haberse puesto en armas los de Pirsa, valiéndose de hoyos y púas contra la ventaja de los caballos, en que cayeron algunos aunque conocido el ardid y castigado el atrevimiento en algunos encuentros que precedieron, hubieron de admitir forzadamente la paz” (Lucas Fernández de Piedrahita, Noticia historial de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, vol. I, citado en: Luis Fernando González, Apuntes supieños, pág. 125. También aparece en las Noticias historiales de Fray Pedro Simón, tomo 6, cap. I). Excepcionalmente, en 1813, durante la Guerra de Independencia, Supía se anexó temporalmente a Antioquia. Trescientos años después de su fundación, el francés Boussingault describe la ciudad de Anserma, por la que pasó en 1830: “Anserma Viejo, ‘el dueño de la sal’, fue en otro tiempo una localidad importante. Los caciques hacían explotar sus aguas saladas que salían de las rocas porfíricas; de allí también se extraía oro de la Mina Rica, cuyo rastro se perdió; allí me alojé en la casa de un alcalde indio, quien me dio lo que vanamente había buscado hasta allí, es decir, la fecha de la famosa lluvia de cenizas (…) lanzada por un volcán del páramo del Ruiz y cubrió toda la región [14 de marzo de 1805]. Dos años después, en 1807, se transfirió la Anserma fundada durante la Conquista, al sitio donde se encuentra hoy día con el nombre de Anserma Nuevo. Los indios de raza pura permanecieron en la antigua localidad” (Juan Bautista Boussingault, Memorias).
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