EN BUSCA DEL CACIQUE OCUZCA, Resumen: Ocuzca y Humbruza eran, según las crónicas de la expedición del capitán Jorge Robledo en 1539, los principales Señores de la provincia de Anserma (en ese tiempo perteneciente a la Gobernación de Popayán y hoy al Departamento de Caldas). Ocuzca, en particular, es célebre en los anales de la resistencia indígena porque siempre se negó a ser sometido. La tradición ubica a este cacique en el actual municipio de Anserma; pero es claro en las crónicas que realmente tuvo su residencia lejos de la loma de los Humbras donde el conquistador fundó esa ciudad, ya que Robledo tuvo que dejar esta posición y dirigirse personalmente hasta el territorio del cacique para poder confrontarlo. La revisión de las crónicas permite suponer que Ocuzca tuvo su residencia en el actual Riosucio, el territorio por donde entraron las tropas de Juan Vadillo un año antes que las de Robledo, hacia donde se localizaban los poblados más grandes y mejor construidos que encontraron los españoles, donde se concentró la resistencia indígena y donde finalmente los españoles debieron constituir los resguardos más extensos y duraderos. La obra mencionada al comienzo, Los nombres originales de los territorios, sitios y accidentes geográficos de Colombia (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, 1995), dirigida en la parte científica por el historiador Guillermo Fonseca Truque, ubica en el siguiente mapa, correspondiente al Departamento de Caldas (Territorio Carrapa), los nombres de la antigua provincia de Anserma:
En el diccionario que acompaña el mapa aparece la explicación de los nombres, en lo atinente al territorio de Riosucio y Anserma: ANSERMA, POB. RIOSUCIO, POB. SALADO, EL, POB. De acuerdo con este diccionario toponímico, los caciques Ocuzca y Humbruza, citados por el conquistador Jorge Robledo como los “señores principales de la tierra”, habrían tenido su residencia en el territorio de Riosucio. Esto, de confirmarse, es una gran noticia. Es posible que haya sido así, y es lo que pretendemos averiguar. Pero esta obra del Instituto Agustín Codazzi no ayuda mucho a esclarecer el punto, pues son varias sus inexactitudes, debidas a que tiene como fuentes a dos autores (fray Pedro Simón y Lucas de Piedrahita) que no estuvieron en la zona en la época de la Conquista, sino que escribieron 80 o 100 años después de ella, usando para sus versiones los textos de los primeros cronistas, aunque a veces no fielmente. Esto es lo que hace inexacto el dato del diccionario del IGAC: 1. El nombre originario del sitio de Anserma no es “Tumbía”, como dice el diccionario, sino “Humbría”, como lo escriben Cieza de León, Robledo y otros autores. Es evidentemente un error de transcripción. 2. Si bien es cierto que Ocuzca y Humbruza se unieron contra Robledo, no lo es que la unión se hubiese dado “para defender Anserma”, como habría dicho Lucas de Piedrahita, sino todo lo contrario: para tomarse la villa y matar a los cristianos que allí había, como relata Pedro Sarmiento. 3. Aunque los textos que cita el IGAC dicen que Robledo salió de Anserma “hacia el pueblo de Ocusca”, nada indica que haya sido hacia Riosucio. Pudo ser para el oriente, el norte o el occidente. 4. En cuanto a que hubiera un cacique llamado Curaca, esto es otro error: era el mismo Ocuzca; pues en su crónica fray Pedro Simón se confunde y cree que “Curaca” es el nombre de un cacique, cuando es un americanismo que significa, en sí mismo, “cacique” (incluso parece que para el cronista “Curaca” significara cacique principal). Así se concluye si leemos el texto original del fraile: No fuera de mucha importancia haber fundado allí [en Anserma] pueblo de españoles si no se pacificara la tierra para conservarse en él, y así trató luego desto Jorge Robledo por su persona y de sus capitanes, despachando luego a Suer de Nava con cincuenta soldados de a pie y de a caballo para que habiendo dado vista a la provincia de Caramanta y sus poblaciones, le volviese con relación de todo mientras él iba al pueblo de Ocuzca, a donde persuadió al cacique que se llamaba Curaca le fuese acompañando como lo hizo, hasta que tuvo ocasión de escaparse a donde nunca más le pudieron ver . Tal vez tengamos mejor suerte que el IGAC en localizar el territorio de Ocuzca si acudimos al relato original de la guerra que sostuvieron el cacique y el conquistador en 1539. Este relato lo trae el escribano Pedro Sarmiento, en la varias veces citada “Relación del viaje del capitán Jorge Robledo a las provincias de Ancerma y Quimbaya”, datada en 1540. Una lectura atenta de esta crónica permite afirmar, sin lugar a dudas, que el asiento del cacique Ocuzca estaría bastante lejos de la capital de la provincia (Anserma Viejo) y deducir, como cosa muy probable, que pudo haber estado por los lados del actual Riosucio. Veamos: La crónica de Sarmiento , comienza haciendo el relato de la seducción, el prendimiento y la fuga del cacique Ocuzca: Mientras Suero de Nava fue a aquellas provincias [Caramanta y Buriticá], Robledo visitó todas las provincias de Anserma, y a los señores y caciques de ella. En algunas partes le salieron los señores de paz, y en otros rebeldes, hasta que a fuerza de conquistarlos y causarles daño, venían de paz. Estando en esto, supo Robledo que en cierta provincia estaba el señor de la tierra que se llama Ocuzca, el cual no quería venir donde él, por muchos mensajeros que le enviaba, y en cambio mandó a amenazar a Robledo diciendo que se saliese de su tierra; que él ni su gente habían de servir a los españoles. Y tanto estuvo Robledo con su gente en el pueblo de dicho señor Ocuzca, que dos caciques parientes suyos le fueron a rogar que viniese de paz, que mirase que si no iba le destruirían su tierra, y que el señor capitán quería ser su amigo. En estos medios fueron y vinieron mensajeros de un cabo a otro seis o siete días, hasta tanto que el dicho Ocuzca vino a verse con su merced, el cual dicho cacique vino con mucha potestad como señor que era, y allí le habló el señor capitán y le hizo entender a lo que era venido, el cual dijo con mucha sagacidad que sus antepasados no habían sido sujetos, que cómo lo había él de ser. En estos razonamientos estuvieron gran resto del día y después de haber pasado lo susodicho, cuando el dicho cacique se quisiera volver, el señor capitán le hizo poner velas [guardias] porque no se fuese, y le mandó trajese todo su servicio para que le sirviesen como de antes, y lo aposentó en su mismo aposento del señor capitán. Y el dicho Ocuzca, viéndose detenido, dijo que a quien le aconsejó que viniese que se lo pagaría. Este cacique es hombre algo en días [mayor] y gordo y de gran presencia, y cuando habla parece que asombra las gentes. Tiene fama, por dicho de los indios, de muy rico, y lo debe ser, según su manera. A los seis o siete días Robledo determinó volver a la ciudad y traer al cacique Ocuzca, para que hiciese venir de paz a los señores de la tierra y sirviesen a los españoles. El cacique le pidió un caballo en que viniese y lo trajeron, aposentándolo en su aposento y le puso guardias. Allí lo venían a ver muchos señores con mucha gente de indios, y el capitán le decía que no tuviese miedo; que una vez estuviera en paz la tierra, lo enviaría a su casa. Estando la cosa en estos términos, una noche de gran tempestad de agua y oscuridad se salió el señor Ocuzca del aposento, tan sutilmente que no fue sentido por las velas [los guardias] y rondas que estaban a la puerta. Cuando los de la modorra que lo velaban rindieron el cuarto [cumplieron el turno] y los que habían de velar el alba encendieron una pajas para ver y recibir al dicho cacique, hallaron que no estaba allí. Los de la modorra que lo velaban quedaron confusos de que si no se ausentaban los ahorcaban, de lo cual hubo muy grande enojo del señor capitán y de todos los del real. Robledo, como sagaz y prudente, para que los indios no entendiesen que él estaba enojado por eso, le envió todas las mujeres y pajes que allí tenía de su repuesto [a su servicio], y les dijo que fuesen donde su señor, que él no tenía enojo, porque de todos modos pensaba enviarlo para su tierra, les encargó darles muchas cosas con que se holgase y que se quedara en su casa (…)
En otro apartado, Sarmiento relata cómo un tiempo después, aprovechando una salida de Robledo a visitar los pueblos conquistados, Ocuzca se unió con sus parientes y otros caciques amigos para tomar por sorpresa a Anserma. Pero el plan es descubierto, lo que le da tiempo a Robledo para volver a la ciudad, y yendo de nuevo hasta la tierra entran en batalla los dos ejércitos (esto no lo dice la crónica, porque siendo la versión del secretario del capitán español le conviene solo decir éste hizo huir al indio), terminada la cual el cacique se bate en retirada con su gente a la otra banda del río Cauca, desquitándose Robledo castigando, muy probablemente con la ejecución, a los que no pudieron pasar el río, con lo que quedó en paz la provincia: Robledo abandonó la ciudad con cierta gente de a pie y de a caballo, dejando aquella con recaudo, y se fue a las postreras poblaciones por donde había entrado en la tierra, para saber qué pueblos y señores había en las provincias, para repartirlas entre los conquistadores que con él habían salido de la ciudad de Cali. Estando visitando la tierra, el cacique Ocuzca comenzó a confederarse con sus parientes y amigos para caer sobre la ciudad de Anserma y por otro lado dar con el paradero de Robledo con la gente que con él estaba, y así nos matarían a todos. Este plan fue sabido por el alcalde Martín de Amoroto, quien había quedado de caudillo de la ciudad, quien hizo poner mucho recaudo, velas y rondas todas las noches. De día venían espías para ver lo que hacíamos, y fueron capturados espías muchas veces, los que dijeron cómo habían de venir a matar a todos los cristianos de la ciudad. Se hizo saber a Robledo lo que pasaba, el cual vino luego con toda la gente y fue a los pueblos de Ocuzca y de todos sus aliados y le huyeron de la otra parte del río grande. Con los que sí pudieron capturar de esta banda orilla del río, se hizo con ellos buen castigo, de manera que vino toda la tierra de paz y el dicho cacique ya no quiso venir más, aunque enviaba sus caciques y gente a servir a los españoles, porque tenía gran miedo al capitán. Y si iban algunos españoles a su pueblo, salíales de paz y decía que él allí estaba y que no iba a ver al señor capitán porque tenía miedo. El relato que se acaba de transcribir es bastante conocido, y siempre se ha destacado de él la personalidad y la resistencia del señor Ocuzca , quien ciertamente es un héroe regional, que amerita, como lo tiene hecho el Municipio de Anserma, como capital que fue de la provincia, tenerlo como personaje principal y haber creado la Orden al Mérito con su nombre. Pero, como se aprecia a simple vista, el señor Ocuzca no era el cacique del pueblo Humbra ni habitaba en la loma donde se fundó Anserma ni Robledo supo de su existencia sino hasta cuando se internó en la provincia y “estando en esto” se enteró. Casi se puede asegurar, conociendo el mutismo de los indígenas Embera hablantes, que ni los caciques menores que le salieron en paz a Robledo, ni los indios cogidos en los rancheos ni las mujeres secuestradas denunciaron a “el señor de la tierra”, su cacique principal, el que “cuando habla parece que asombra las gentes”, el que llevaban en andas porque por su naturaleza divina no podía tocar el suelo, y por lo mismo pidió un caballo para recorrer cautivo el camino entre su tierra y Anserma. Por eso Robledo se enteró tardíamente de su existencia y de su poder. La primera pregunta sería: ¿Era Ocuzca el cacique de una zona al interior del territorio provincial, o más bien era “el señor de la tierra”, o sea, el jefe de toda la provincia? La segunda: ¿En cuál provincia de las varias que componían la jurisdicción de la ciudad-provincia de Anserma estaba el cacique Ocuzca? ¿Dónde tenía su casa? ¿Desde dónde se gobernaba este territorio cuando llegaron los españoles? A la primera pregunta responde el mismo Robledo en el documento “Descripción de los pueblos de la provincia de Anserma”, escrito en 1543 , que da por hecho que Ocuzca, si no es el principal, es uno de los dos principales señores de la comarca: “En esta provincia hay dos señores principales, aunque no los obedece toda la comarca; porque hay otros que casi son tan grandes como ellos. Dícese el uno Humbruza y el otro Ocuzca. El pueblo de Irra, que confina con estos y está tres leguas de la cibdad, es de otra lengua; el señor dél se dice Cananao, sustentábase con todos estos, porque tenía por fuerza un brazo del río por la orilla dél”. La segunda cuestión no es tan fácil de resolver. Lo cierto es que el territorio de Ocuzca no quedaba en Anserma, porque en la loma de Humbra no había un pueblo indígena al momento que el español clavara en ella la picota de justicia; pero tampoco en sus proximidades, porque, se repite, Robledo tuvo que desplazarse lejos para buscar al señor de la tierra. Usemos el croquis que demarca el territorio provincial para explorar las alternativas posibles:
El señorío de Ocuzca no se hallaba en el norte del Valle del Cauca ni en Apía, porque precisamente Ocuzca planeó tomarse la ciudad de los cristianos aprovechando que Robledo estaba recorriendo las postreras poblaciones por donde había entrado (Guarma, Apía, Chatapa, Andica, Humbría y Taupa). Pero tampoco estaba en la parte baja de Quinchía y Riosucio, a orillas del Cauca, porque allí habitaban los Irras, que eran otro pueblo (de otra lengua incluso), gobernado por Cananao, enemigo de Ocuzca. Las tierras de la orilla del río Cauca más próxima a Anserma (las poblaciones actuales de Risaralda, Arauca, etc., hasta Irra) eran un terreno en parte encañonado y en parte inundable y lleno de guaduales, como lo anotó Boussingault al explicar porqué el camino de Anserma a Riosucio iba alejado de dicha orilla, por lo que mal podría establecerse un gobierno en ellas. El cercano valle de Guática debió haber sido el primero en caer cuando Robledo salió de Anserma a someter los pueblos de la provincia, pues fue cuando estaba en esta tarea y ya había sostenido guerra con otros caciques que “supo Robledo” que en alguna otra parte estaba el señor Ocuzca. Así que solo queda disponible el área de actual municipio de Riosucio, con su peñol fuerte al lado (cerro Batero), la explanada pequeña pero suficiente para establecer un pueblo no muy grande pero bien poblado (casco urbano del pueblo actual), el pequeño río cercano (río Sucio), los otros ríos que bajan de la montaña, “más adelante la provincia de Zopia”, y a una legua el río grande del Cauca. Pero, sobre todo, la gran montaña que hay por encima del pueblo, la que al paso de las tropas de Vadillo sirvió de terreno de refugio del pueblo que aquel encontrara vacío cuando salió de la agreste montaña de Caramanta, y que pudo constituir una ventaja militar para enfrentar el ejército de Robledo. Además, el único pueblo de indios que encontraron los españoles en la provincia, bien construido, con buenas casas y plaza, es decir, propio para ser la sede de gobierno de un cacique que dominara la región, coincide, como se vio antes, con la ubicación del actual Riosucio. En la crónica de Cieza de León se describe a cuatro leguas al occidente de la villa de Anserma un pueblo de indios importante, que coincide por las señas que da, con Riosucio actual, y agrega que los indios de la dicha población “tenían por capitán o señor a uno de ellos bien dispuesto, llamado Ciricha”, y no Ocuzca (de hecho Cieza no menciona este nombre). Pero es que esta parte de la crónica de Cieza no se refiere a la época en que él entró con Vadillo a la provincia que luego sería Anserma ni al momento en que Robledo le hizo la guerra a los caciques de ella, sino que cuenta cómo era el territorio de la provincia de Anserma ya bajo el dominio español, tal vez con uno o dos años de consolidación, cuando el cacique Ocuzca ya había sido derrotado y estaba refugiado al otro lado del río Cauca, por lo que bien pudo haber un cacique Ciricha después de Ocuzca en el pueblo mencionado. En fin, hay sólidos argumentos para suponer que el cacique Ocuzca, “señor principal de la tierra” de la provincia de Anserma, tuviera su pueblo en el actual municipio de Riosucio, y desde allí dominara su señorío. A esta conclusión se llega, igualmente, si se tiene en cuenta que cuando se consolida la Colonia el visitador Lesmes de Espinosa y Saravia crea en 1627 los resguardos más perdurables de la región en Riosucio, incluyendo el de La Montaña, que se quedó con ese nombre desde la Conquista, el más extenso y poblado y el nombre de cuyo cacique es el único que se menciona en la relación del visitador: don Sebastián, a quien se entregan las tierras. Es muy probable que haya sido una forma de dar término a la resistencia de los indígenas de la montaña de Sima o Los Chancos. Y si no era en Riosucio, de cualquier modo, el señor Ocuzca estaba y continúa estando en alguna y en todas partes de la antigua provincia de Anserma, en el continente que los indígenas Tule de Colombia y Panamá conocen como Abia Yala, y que por equivocación un cartógrafo alemán llamó América. Aquí se deja esta inquietud, en el año 475 años de la entrada de los europeos al territorio del Municipio de Riosucio, y 193 de la fundación de su casco urbano actual.
Luis Javier Caicedo Fray Pedro Simón, Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, tomo VI, Bogotá, 1953, pág. 53. Utilizamos la redacción, en versión libre adaptada al español actual, incluida en la obra Los títulos de San Lorenzo (Cabildo Indígena de San Lorenzo, Riosucio, 2011, págs. 55-64) Alfonso Gómez Echeverri, “Ocuzca, el cacique que no transigió”, en: http://maximogris.net/revista/?p=2043 Aunque este texto lleva la firma de Robledo, es muy posible que la redacción corresponda a otra persona, y a juzgar por la similitud del relato con el que aparece en la Crónica del Perú, su autor sería el joven Pedro Cieza de León, quien tal vez por temor al escribano oficial (Sarmiento) no lo firmó, o más posiblemente lo escribió para ganarse el favor de Robledo, como haría años después en la corte de Lima. |